lunes, 4 de agosto de 2008

Regala vida...

Sala de espera de un hospital. Numerosos familiares y amigos esperan impacientes poder visitar a las personas que están ingresadas en el centro sanitario. Algunos más nerviosos, otros menos, todo en función de la gravedad del asunto. La mayoría lleva algún detallito para el ingresado: Unas flores, unos bombones, un juguete…
Mil maneras diferentes de expresar sus ánimos a aquellos que por unas causas u otras están allí. Mil maneras, mil regalos. Xip y yo no tenemos ningún familiar ingresado. Tampoco ningún amigo. Y sin embargo también vamos a llevar un regalo.

Un poco asustados entramos en una sala y nos preguntan por nuestro estado de salud, nuestro peso, altura, datos personales. ¿Es la primera vez? (preguntan). Con una risa nerviosa contestamos los dos que sí. A mí me llevan primero a otra sala, donde me pinchan el dedo y miden mis niveles de hierro en sangre, mi tensión y otra serie de factores que afectan a mi salud. “Perfecto, Laura. Pasa con esto a la siguiente sala”, dice la médico. Una vez allí, deben de verme la cara de asustada, por lo que dos asistentes vienen a hablar conmigo mientras le quitan importancia al pinchacito.
“No tienes venas, nena” me dice uno de los médicos después de palparme los dos brazos varias veces. Pero al final la encuentra, me pincha y empiezan a sacarme la sangre. “Va un poco lento, pero todo bien, Laura. Si te mareas, avisa. Recuerda que en cualquier momento podemos quitártelo" dicen para tranquilizarme. Pero yo no me mareo. ¡Qué va! Es más… me siento incluso bien. Numerosos carteles repartidos por la sala nos recuerdan lo necesarias que son nuestras donaciones. Y cada vez tienes menos sangre, pero más fuerza.

“En dos semanas os llegarán los resultados de las analíticas, chicos” nos dice uno de los médico cuando salimos, a la vez que nos entrega un bocadillo a cada uno.

Xip y yo salimos del hospital con medio litro menos de sangre, con un bocata en el estomago y con una sonrisa de satisfacción.

- No dolía…
- ¡Ya!
- Y ahora te sientes bien ¿eh?
- La verdad es que sí…
- Los médicos han sido muy agradables…
- ¡Cierto!

(Silencio)

- ¡Va, dilo de una vez!
- ¡Aghs… gracias por haberme arrastrado hasta allí!


Dona sangre, regala vida. Nunca sabes cuando la puedes necesitar tú…
Recibirla cuando la necesitas, es un derecho. Donarla cuando puedes hacerlo, un deber.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenas!
Tú sabes que si no fuese por el pánico que le tengo a visualizar la sangre, habría donado ya unas cuantas veces. Aunque el día menos pensado lo haré ;)

Efrem dijo...

Uf tia, no saps quantes vegades ho he pensat i desitjat amb força, però esque només de pensar-hi ja em marejo, em vé d'herència... ÉS una sencació que no es pot descriure si no la sents, és un nivell superior al fàstig i al pànic, caldria inventar alguna paraula...

En fins, felicitats i gràcies per ser com sou, vosaltres sou les imprescindibles ;)

Nicolás dijo...

Laurita, como no tengo tu teléfono... ¿Te quedaste con la cámara de fotos ayer? Llámame y mándame algo npardomolina@gmail.com. Thanks.

Santiago Vañó Candeal dijo...

Ya te dije que te leería...
Yo hace años que dono y cada vez que pasa el tiempo preceptivo para la siguiente donación me siento mal.
Una anécdota: mi madre de manera injusta y egoísta me decía que para qué donaba sangre, que beneficio obtenía. Hasta que la tuvieron que ingresar y necesitó una transfusión. Al visitarla nos preguntó a mi mujer y amí: "¿Qué grupo sanguineo tenéis?" Parecía un vampiro, pasamos mucho miedo.
Besos