lunes, 9 de febrero de 2009

Hoy he conocido la noticia de que, finalmente, el gobierno no impulsará la nueva ley de protección del animal.
Según recogía el PSOE entre una de sus múltiples promesas electorales de las pasadas elecciones generales, si su partido volvía a ganar las elecciones, elaborarían una ley marco de protección animal que regulase las penas y multas que deberían pagar aquellos desalmados que maltratasen a algún animal, modificando los artículos del Código Penal referidos al maltrato animal para facilitar la ejecución de las sentencias y el cumplimiento de condenas.

El objetivo principal que tenía esta ley era, como he comentado anteriormente, conseguir una armonización entre las comunidades autónomas en dicha materia. Y con una armonización me refiero a un consenso de las diferentes comunidades en cuanto a las condenas por maltrato animal se refiere. Por poner un ejemplo os puedo decir que aquella persona que se ensañe con un perro en Navarra, pagará (en el mejor de los casos) 3000€ y los que vivan en Aragón podrían llegar a pagar 150.253 €. ¿Acaso la vida de los animales aragoneses tiene más valor que las de los navarros? Como yo no lo creo así veo tan necesario que se apruebe una ley que regule las condenas en todo el estado español.

Por otra parte, también veo necesaria una reforma en el Código Penal. En la actualidad, se contempla que aquellos maltratadotes que se ensañen con un animal doméstico causándole la muerte o lesiones graves podría cumplir una pena de prisión de tres meses a un año. Si no tiene antecedentes, no pisará la cárcel. La mayoría de los casos jamás saldrá a la luz. Los animales desgraciadamente no tienen voz para acusar a sus maltratadotes y, en la mayoría de los casos, son incapaces de defenderse. ¿Cómo pretendemos erradicar estas actuaciones si no mostramos un verdadero interés en que no ocurran?

Ya por último, y de acuerdo con la propuesta planteada por Iniciativa per Catalunya la semana pasada en el congreso de los diputados, creo conveniente que se cree una subcomisión que estudie una reforma del Código Penal ("para corregir ciertas carencias de tipificación del maltrato a animales como delito"), una regulación para armonizar las normas de las Comunidades Autónomas y la
creación de la figura de defensor del animal.

Según una encuesta realizada a los españoles por una empresa contratada por la asociación protectora de animales “El Refugio”, el 79% de ellos ve necesaria la creación de una ley marco de protección animal frente al 8% que no. Las leyes marco regulan materias de competencia estatal, pero sin embargo son aprobadas por las comunidades autónomas. El gobierno se excusa de no crearla, porqué dice que dichas competencias corresponden a las autonomías. Yo le propongo, desde aquí, que la haga. Que elabore la ley marco para todo el Estado recogiendo los puntos anteriormente comentados. Quizás tengamos suerte y los gobiernos autonómicos la aprueben. Sino, ya veremos quienes son los desalmados que se atreven a negarle los derechos que les corresponden a los animales. Pero antes de tirar la toalla, que hagan el trabajo que prometieron.

viernes, 6 de febrero de 2009

Regalos Invisibles

Artículo redactado por Raúl Mérida Gordillo, presidente de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Alicante.

Regalos Invisibles

Existe un fantástico monumento en Alemania que es absolutamente invisible. Se puede visitar en pleno centro neurálgico de la capital y probablemente sean a estas alturas millones de ciudadanos los que habrán pasado por encima del mismo, sin ni siquiera darse cuenta. Y no porque no exista. Las principales guías turísticas de la ciudad lo recogen como uno de los lugares más emblemáticos y bellos de la ciudad. Por cierto, se llama, precisamente, el monumento invisible. Está formado por cientos, por miles de piedras que conforman el extenso suelo de una inmensa planicie. Aparentemente para aquellos visitantes que pisan la misma, no es sino una plaza abierta carente de estatua que la corone. Sin embargo, en sí misma, posee el monumento invisible. Les explico. Debajo de esas piedras, sobre la misma roca que conforma cada una de ellas, se encuentra grabado el nombre de una persona asesinada en la segunda Guerra Mundial. Son la mayoría judíos, víctimas de la sangrienta persecución de la que fueron objeto en la época nazi. En realidad, nadie sabe cuando pisa una de esas piedras qué letras porta en su reverso, pero sí sabe que en esa piedra lleva un nombre de persona.Quizás muchas de las acciones que realizamos cada día lleven también un nombre de persona. Cuando decimos: -"hola"-, -"adiós"- o, -"te quiero"-, irremediablemente, pensamos en alguien, aunque, no necesariamente, pronunciemos su nombre. Por eso, hoy me gustaría realizar también este homenaje invisible a todos esos regalos con nombre de perro o gato, que llegarán en unas horas a su casa en forma de regalo. Todos ellos estarán cargados de vida, de ilusiones, de ganas de olisquear el nuevo hogar con el que la vida les ha obsequiado. Pero, también, tendrán miedo, sentirán nervios y necesitarán, poco a poco, ir sintiéndoles su nueva familia. Será necesaria paciencia y mucho entendimiento para que, por un lado, ustedes lleguen a saber qué se esconde detrás de cada uno de sus ladridos y, por otro, para que él también alcance a comprenderles. Y, si van descubriendo poco a poco su lenguaje y, él el suyo, sin darse casi cuenta, un día descubrirán que, con sólo mirarle, ya saben lo que quiere.Para entonces, él estará atado de por vida a su cariño y usted al suyo. Y puede que, de nuevo, como ocurre en aquel sagrado monumento alemán, esa línea también invisible que une a los mejores amigos, se haga visible entre los dos. Sólo espero que nunca se rompa, que los sentimientos que la sellan permanezcan inalterables para siempre. Sin embargo, desgraciadamente, sé que no es siempre es así. También cada abandono tiene grabado un nombre de perro o de gato y de la persona que los olvidó. El albergue me recuerda, una y otra vez, historias de regalos que acabaron en un adiós. Animales que se volvieron invisibles para sus dueños a los pocos días de tenerlos. ¡Ojalá, pasadas las navidades, no acabe ninguno de ellos abandonados en la basura como juguetes rotos, buscando algo que comer!