Sala de espera de un hospital. Numerosos familiares y amigos esperan impacientes poder visitar a las personas que están ingresadas en el centro sanitario. Algunos más nerviosos, otros menos, todo en función de la gravedad del asunto. La mayoría lleva algún detallito para el ingresado: Unas flores, unos bombones, un juguete…
Mil maneras diferentes de expresar sus ánimos a aquellos que por unas causas u otras están allí. Mil maneras, mil regalos. Xip y yo no tenemos ningún familiar ingresado. Tampoco ningún amigo. Y sin embargo también vamos a llevar un regalo.
Un poco asustados entramos en una sala y nos preguntan por nuestro estado de salud, nuestro peso, altura, datos personales. ¿Es la primera vez? (preguntan). Con una risa nerviosa contestamos los dos que sí. A mí me llevan primero a otra sala, donde me pinchan el dedo y miden mis niveles de hierro en sangre, mi tensión y otra serie de factores que afectan a mi salud. “Perfecto, Laura. Pasa con esto a la siguiente sala”, dice la médico. Una vez allí, deben de verme la cara de asustada, por lo que dos asistentes vienen a hablar conmigo mientras le quitan importancia al pinchacito.
“No tienes venas, nena” me dice uno de los médicos después de palparme los dos brazos varias veces. Pero al final la encuentra, me pincha y empiezan a sacarme la sangre. “Va un poco lento, pero todo bien, Laura. Si te mareas, avisa. Recuerda que en cualquier momento podemos quitártelo" dicen para tranquilizarme. Pero yo no me mareo. ¡Qué va! Es más… me siento incluso bien. Numerosos carteles repartidos por la sala nos recuerdan lo necesarias que son nuestras donaciones. Y cada vez tienes menos sangre, pero más fuerza.
“En dos semanas os llegarán los resultados de las analíticas, chicos” nos dice uno de los médico cuando salimos, a la vez que nos entrega un bocadillo a cada uno.
Xip y yo salimos del hospital con medio litro menos de sangre, con un bocata en el estomago y con una sonrisa de satisfacción.
- No dolía…
- ¡Ya!
- Y ahora te sientes bien ¿eh?
- La verdad es que sí…
- Los médicos han sido muy agradables…
- ¡Cierto!
(Silencio)
- ¡Va, dilo de una vez!
- ¡Aghs… gracias por haberme arrastrado hasta allí!
Dona sangre, regala vida. Nunca sabes cuando la puedes necesitar tú…
Recibirla cuando la necesitas, es un derecho. Donarla cuando puedes hacerlo, un deber.