miércoles, 25 de junio de 2008

Ferocidad Humana...

Un calor asfixiante viene anunciándonos desde hace unos días que el verano ya está aquí. ¡Bienvenido sea, pues! La imagen de todos los años se repite: Los niños dejan de acudir al colegio, los veraneantes disfrutan del sol y de las cervezas del mediodía en las terrazas de los bares, los camareros trabajan más que nunca y las playas se llenan. Desgraciadamente y, al igual que todos los años, no son los únicos lugares del país que reciben una gran congregación de seres: ¡Las perreras ya se han saturado! Las instalaciones de este tipo aumentan de manera considerable el número de animales en esta época del año. ¿Casualidad? Quizás. Pero no lo creo así.

Año tras año, el mismo comportamiento: “En navidad compro un perrito para el nene, que le hace mucha ilusión. En marzo el nene se ha cansado del animalillo. En mayo el bicho se ha hecho
grande y ya no nos parece el mismo. En junio nos vamos de vacaciones y el perro acaba en el arcén de cualquier carretera o en el mejor de los casos, en un infierno llamado perrera”.
No alcanzo a comprender como la conciencia de estos irresponsables les permite conciliar el sueño por las noches. No se trata sólo del mal ejemplo que dan a sus retoños (cuando tengas un problema, en vez de afrontarlo, deshazte de él), sino que estamos hablando de que la vida de un ser está en juego. La de aquellos fieles animales que tan alegremente nos reciben al llegar a casa aunque apenas llevemos cinco minutos fuera de ella. Los mismos que en tantos casos han dado o que estarían dispuestos a dar sus vidas por sus amos. Los llamados “mejores amigos del hombre”.

Pero nosotros, en nuestra particular línea de especie animal superior, nos seguimos comportando como necios día a día a la vez que las perreras siguen saturándose.

Desde mi humilde opinión de joven idealista, sigo pensando que al igual que los humanos les enseñamos cientos de cosas a los animales, todavía nos quedan muchas más que aprender de ellos. Pero hasta que no comprendamos lo que supone el respeto, no avanzaremos nada.Y para ello, me remito a la frase del escritor anglosajón George Bernard Shaw “Cuando un hombre quiere matar a un tigre, lo llama deporte. Cuando es el tigre quien quiere matarle a él, lo llama ferocidad”

lunes, 9 de junio de 2008

¡La culpa es de ZP!

Escucho la puerta de casa abrirse y un portazo me saca de los apuntes de Historia. Mi madre, profesora de primaria, acaba de llegar a casa y por su aspecto noto que algo va mal. “¿Qué pasa?” le pregunto. Se sienta en el sofá y empieza a contarme: Hoy tenían prevista una excursión a la fábrica de chocolates “Valor” y se ha tenido que cancelar ya que el autobús, que era de una empresa de Benidorm, no ha logrado llegar hasta el colegio situado en L’Albir por culpa de los piquetes que cortaban la carretera.

Debido a que los últimos días los he pasado prácticamente en una burbuja estudiando para selectividad, no he visto realmente la importancia que está adquiriendo la huelga de transportistas. Lo primero que hago es tomarme un descanso e irme a internet a ver que dicen en los periódicos. “La están liando”, pienso cuando veo el panorama.
A estas alturas, naturalmente, es inútil negar que vivimos un periodo de recesión que tanto si se llama “desaceleración económica” o “crisis”, está afectando muy seriamente a la economía mundial. El petróleo sigue subiendo diariamente y alcanzando máximos históricos mientras que a su vez, todos los productos, y especialmente los bienes primarios, incrementan sus precios para hacer frente a esta subida. Los transportistas se quejan del precio de la gasolina y están dispuestos a “paralizar” todo el país para que se les escuche. A su vez, en el diario digital veo numerosos comentarios de algunos lectores criticando “las mentiras de ZP” y advirtiendo al resto “que este Rompeespaña sólo podía hacer algo así y que ahora nos tocaba aguantarnos por haberle votado”.
¡No puedo creerlo! No hay semana en que no leamos que el precio de la harina ha aumentado, el pan consecuentemente, los limones, los cereales, los huevos, la leche y demás productos sin que los panaderos, los basureros o cualquier ciudadano que consuma dichos productos, es decir, el país entero, reciba más ayuda que los 400€ famosos e insuficientes de ZP. La crisis del petróleo está produciendo inflación como ya ha ocurrido en varias ocasiones durante el siglo pasado. Y al igual que aquellas veces, toca apretarse los pantalones y joderse, porqué al fin y al cabo siempre somos los trabajadores los que pagamos los platos rotos de los demás. Si el gobierno consiente y da dinero a los transportistas para compensar el precio de la gasolina, el resto de ciudadanos, con todo su derecho, reclamaran su parte de ayuda ya que ellos también sufren la subida de precios. Si el gobierno vuelve a ceder y les da dinero a ellos también, éstos seguirán consumiendo al mismo ritmo y consecuentemente los precios seguirán subiendo y entonces los transportistas volverán a pedir ayudas y este es el pez que se muerde la cola.
Por ello, cuando veo estas largas colas de camiones parados en importantes carreteras nacionales, con sus respectivos camioneros apretando sus cláxones, coreando “Zapatero, cabrón, súbete al camión” a la vez que enseñan sus traseros con el nombre del presidente escrito, me pregunto si es que ellos son especiales por tener el poder de parar el país y si por esta causa entre todos debemos costearles a ellos la rebaja del precio de la gasolina.
Ni sé cual es la solución, ni si realmente el gobierno lo está haciendo mal, pero mientras que la situación se arregla, alguien debería hacerles memoria a esos huelguistas quienes son los culpables del actual precio del petróleo…